REPORTAJE: el "nuevo" chiche energético

martes, 9 de septiembre de 2008 |

Santos en la corte del biocombustible forestal
…DEL ÁRBOL AL ESTANQUE,
UN SOLO NEGOCIO

Una de las industrias más conflictivas hoy se posiciona como una potente productora de energía. El sector forestal –o dígase las 3 mayores compañías, unidas- se presenta en esas condiciones a la conquista de un jugoso monto estatal, que les permitirá desarrollar un mercado que servirá de respiro, limpio, libre de CO2. Es el negocio de la “energía verde”, que entrará en Chile con potencia una vez conocido el ganador de tal incentivo. Pero, ¿es realmente energía “verde-verde”?

Corría el año 2007 cuando un peculiar artículo de opinión del veterano revolucionario Fidel Castro Ruiz traspasaba las fronteras naturales de la isla cubana. En él, vaticinaba una suerte de crisis social que generarían los biocombustibles a partir de productos agrícolas, proyectos energéticos impulsado por Estados Unidos e imitado por distintos gobiernos del mundo. Aquella reconocida voz mundial generó revuelo al criticar, en aquel tiempo, una alternativa “ecológicamente correcta” frente a los combustibles fósiles.

Justamente, la crisis global energética se acentuaba –y lo sigue haciendo- por el alza creciente del precio de los barriles de petróleo (con reservas cada vez más escasas) y por el cuestionamiento a su uso indiscriminado, ya que aporta más del 70% de la emisión de Dióxido de Carbono (CO2) a la atmósfera, transformándose en el principal compuesto responsable del deterioro de la capa de ozono e incremento del Efecto Invernadero.

Chile, en este contexto aunque desentendiéndose de las críticas del cubano, no apostó por aquella propuesta “verde” que se transformó en una moda planetaria. La presidenta Michelle Bachelet optó por paños fríos, en un escenario local no menos caldeado ante las discusiones sobre las matrices energéticas que garantizarían el desarrollo económico del país. Eso sí, no se abandonó la idea de los biocombustibles.

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MADERAS EN LA MIRA
La Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) comenzó a incentivar, desde el año 2005, el desarrollo de proyectos de Energías Renovables No Convencionales (ERNC) para potenciar la diversificación energética a partir de la utilización de recursos naturales, apostando a energías eólica, solar, hidráulica (a pequeña escala), geotérmica y de biomasa.

A partir de este momento los combustibles de origen biológico (biodiésel y bioetanol, principalmente) se instalaron como potencial alternativa, aunque desde hace décadas que se han desarrollado en distintos rincones del mundo. Su estudio y aplicación no se limita a los últimos años de permanente histeria energética y discusiones varias, sino que son parte de las alternativas propagadas desde las crisis energéticas que han azotado al mundo desde los años 70.
Su obtención es por medio de un tratamiento “quirúrgico” de residuos orgánicos de maderas y plantas, más que del uso completo de estos elementos.

Según Francisco Burgos, académico de la Universidad Austral de Chile y especialista en la materia, la gran ventaja de estos productos es que tendrían un impacto cero en el medioambiente, porque “en la generación de CO2 –que es el principal producto de desecho que produce la quema de éstos combustible- y todo el carbono que se emana, en algún momento una planta lo tomó de la atmósfera”. Eso quiere decir que “la sumatoria de lo que toma la atmósfera y lo que devuelve en quemarlo es, en teoría, cero, o por lo menos mínimo”, afirma.

Sin embargo, el no optar por agrocombustible se puede considerar un acierto chileno. Medio a medio con las predicciones de Castro, un informe del Banco Mundial publicado este año afirmaba que los biocombustibles a partir de productos agrícolas -como el trigo o maíz- serían responsables del alza del 75% del precio de los alimentos del planeta, provocando con ello una crisis alimentaria que sacudió fuertemente a los países más pobres del mundo, pero también en las economías familiares de todo el planeta. Así, la apuesta ecológica mostró su peor contraparte social: la hambruna de millones de personas.

La sustitución de alimento por combustible pasó del reproche ético a la cuenta política de decenas de gobiernos, mientras el país ya desarrollaba otros planes para el desarrollo energético. Más bien, se dejó llevar por la alternativa de interés mundial respecto al uso de residuos forestales para la producción de etanol y diésel.

La biomasa forestal, eso sí, se ha usado de diferentes maneras para generar energías. La dendroenergía es la más común, por medio del uso de leña para la calefacción doméstica en el sur de Chile; también los pellets, que son producto de un proceso industrial más complejo y con menos impacto medioambiental, pueden orientarse de la misma forma. Pero la apuesta mayor, la carta bajo la manga, es la utilización de la madera en todo su potencial.

“El tema está en que tu puedes usar llegar y quemar leña, y usarla directamente por combustión; pero en este caso estás desaprovechando la posibilidad de usar realmente, en forma más focalizada, ciertos elementos del árbol”, comenta el investigador del Centro de Estudios Ambientales, Teodoro Kausel. “El árbol –agrega- no es homogéneo, sino que muy heterogéneo”.

Según agentes de la sede Región de Los Ríos de la Corporación de la Madera (Corma), la obtención de biocombustibles a partir de biomasa forestal “permite utilizar subproductos de la madera como aserrín, corteza, virutas, polvo lija y lignina extraída de la madera (denominado licor negro), abriendo el campo de producción de energía”.

En este sentido, el tratamiento de la lignina es el desafío y la apuesta de distintos productores de biocombustibles en el mundo. El especialista forestal Patricio Basaure la define como una “sustancia amorfa” que posee “propiedades aglutinantes que conforman la consistencia fibrosa de las maderas”. Según el comentarista de la sección “Ecología Social” de rebelión.org, Carmelo Ruiz-Marero, “la lignina es la sustancia que da firmeza a plantas y árboles”, transformándose en uno de los mayores obstáculos a la extracción de celulosa y en un desafío para las compañías papeleras, implicando un grueso de desecho inutilizable que queda del proceso forestal.
“El tema es utilizar la biomasa que hoy no tiene valor, valorizar su uso y diversificar la matriz energética de Chile”, argumentaba en el año 2006 Aldo Cerda, Gerente de Área Forestal de Fundación Chile, al momento de plantear uno de los desafíos del sector en el área biocombustible. En la edición 90 de la revista LIGNUM -aparato comunicacional de los grupos forestales del país-, Cerda agrega que “la tecnología eficiente hoy existe y el tema pendiente va a ser consolidar una oferta económicamente viable”.

EQUIPOS EN CANCHA
Quizás considerando esta realidad, la presidenta Bachelet abordó tácitamente este tipo particular de generación energética, durante los dos últimos discursos anuales del 21 de Mayo. Mientras en el 2007 anunciaba la decisión de no aplicar el impuesto específico a los biocombustibles y la creación en la ENAP de un poder de compra de biodiesel para mezclarlo con diesel, durante el 2008 hilaría más fino: “este mes publicamos la norma que permite su comercialización en mezcla con gasolina o diesel. Y con miras a producir estos combustibles aquí en Chile, usando nuestros propios recursos, creamos un consorcio tecnológico para desarrollar etanol en base a residuos forestales. Es decir, vamos a desarrollar biocombustibles de, los así llamados, segunda generación, de los que no afectan los precios de los alimentos”, declaró.

Fue en el mismo mes de mayo del 2008 cuando se publicó la norma que, sin implicar cambios o modificaciones a los motores, obliga a los productores de biodiésel a mezclar de 2 a 5% su producto con la gasolina. Además, se llamó a postular a fondos estatales donde se invertirá más de 6 millones de dólares en un consorcio público-privado para que investigue, desarrolle y comercialice biocombustibles de segunda generación. Humilde monto, si se consideran los 125 millones de dólares financiado por el Departamento de Energía de Estados Unidos a laboratorios que tienen como misión convertir biomasa lignocelulósica en combustible.

Los consorcios que se presentaron a este concurso local canalizado por Innova Chile de CORFO –que entregará los resultados durante la segunda semana de septiembre de este año- han sido constituidos por distintas instituciones y empresas de peso pesado, y el que se adjudique el monto principal obtendrá un tope de cofinanciamiento de 3.150 millones de pesos.

Por un lado está Bionercel, compuesta por los colosos forestales Arauco (grupo Angelini), CMPC (Grupo Matte) y Masisa (relacionada con el filántropo suizo Stephen Smithhainer), en compañía de Fundación Chile y las universidades de Concepción y Católica de Valparaíso. El consorcio contó con un presupuesto original de 5.200 millones de pesos, y según el gerente de Asuntos Corporativo y Comerciales de Arauco, Charles Kimber, el desarrollo de estos combustibles es “una oportunidad única de convertir a Chile en un líder de innovación”. Su apuesta principal es por el bioetanol a partir de fermentados de celulosa, y el desarrollo de biorrefinerías (que en la actualidad se encuentran a nivel de planta piloto, y espera concretarse a finales del 2009). Por otro lado, está la sociedad ForEnergy, conformada por la estatal Empresa Nacional de Petróleo (ENAP), Consorcio Maderero y la Universidad de Chile. El énfasis de este consorcio es la generación de biodiésel.

En este choque de gigantes, el vencedor no sólo tendrá la responsabilidad de aportar a satisfacer la demanda por biocombustible proyectada para el 2014, que bordea los 5.378 mil metros cúbicos (apuesta para disminuir las importaciones de gasolina y diésel, y la emisión de CO2); también tienen la oportunidad de erigirse como uno de los pioneros en una industria naciente, relacionada con el mercado de la energía “verde” en el país.

BILLONARIOS PENSANDO EN OTROS VERDES

La fusión entre los sectores forestal y energético se presenta como una de las mejores salidas para el Estado chileno en el contexto de crisis energética, ya que esta misma industria forestal se constituye como una de las piedras angulares de la economía nacional. El sector forestal aporta cerca del 13% del valor total de las exportaciones del país, llegando a ser la tercera actividad más importante. Dentro de los 8 productos “estrella” que se exportan al mundo, 3 derivan de ésta industria.

Los grupos económicos ligados a la explotación de los recursos forestales, en tanto, han hecho gala de estas cifras, logrando 2 de las 3 familias más ricas del país acapararse con gran parte de la industria y de los terrenos plantados. Sus negocios se han visto favorecidos por los acuerdos de apertura económica firmados por los gobiernos de la Concertación (como los Tratados de Libre Comercio), exportando con facilidades a las economías del primer mundo. Muchos de estos grupos han mantenido buenas relaciones con los gobiernos post dictadura.

La familia Angelini, propietaria de Celulosa Arauco y Constitución –y del holding Copec, entre otras-, es uno de los mayores productores de celulosa del planeta. Esto le ha significado estar en la lista de los más ricos del orbe, ubicándose en el lugar 119 según la revista Forbes (ranking 2007). En el 2005, poseían 740 mil há de plantaciones forestales en el país, y otras cientos de miles en países sudamericanos. A este imperio se le suma el de la familia Matte, dueña del holding CMPC, entre otras empresas. Ambos controlan cerca del 60% del mercado forestal chileno, y se han unido bajo el consorcio Bioenercel.

“Es posible que las empresas hayan visto un posible buen negocio, ya que ellos usan una parte del árbol solamente y hasta ahora habían dejado tres cuartos de biomasa que generaban para celulosa. Es positivo, porque implica un uso eficiente de los recursos”, explica el economista Teodoro Kausel ante la incursión de estas empresas en el rubro energético.

Sin embargo, Kausel agrega que, tal vez, no sea tanto para ganar eficiencia, sino para evitar la competencia. “Quizás piensen que es mejor meterse o sino llegarán otras empresas que se dedicarán a la energía, y eso podría generar problemas con el abastecimiento de la celulosa, con los precios de la madera, etc. El Estado, en este sentido, no se puede confiar”, afirma.

Francisco Burgos, en tanto, no se muestra desconfiado, y asegura que es muy buena idea, ya que “ellos tienen la capacidad técnica para llevarla a cabo al más breve plazo. Se han ido asociando, y yo creo que no es malo siempre cuando se tengan los cuidados medioambientales correspondientes”.

CRÍTICAS LATENTES
El ingreso de los grandes grupos del sector forestal al área energética no es nuevo, pero dados los cuestionamientos a sus conflictos sociales y ambientales provocados en distintos territorios del mundo y en Chile, se presta para suspicacia de diversas personas y organizaciones. Muchos se preguntan si es capaz de desarrollar energías sustentables un modelo forestal que raya en lo conflictivo.

Domingo Marileo, Eliana Catalán Lincoleo, Israel Aillapán y otros dirigentes Mapuche, luego de escuchar la propuesta difundida el 21 de Mayo del 2007 por la propia presidenta Bachelet, decidieron emitir una declaración pública donde condenaban “su fiel apoyo a potenciar la producción Forestal y la generación de biocombustibles en la zona centro sur de Chile, en desmedro de la lucha reivindicativa del pueblo Mapuche”.

Claro está que el apoyo estatal a esta forma de producción energética no es bien recibido por sectores de la población que han estado en permanente conflicto con el sector forestal. Pero hay quienes ven en éstas ventajas fiscales de los gobiernos –que se han generalizado en Latinoamérica- una oportunidad para las petroleras de seguir el negocio, como lo es el caso de Petrobrás en Brasil, Total en Europa y Copec en Chile.

Otro tema que preocupa es la expansión del monocultivo. La Red Latinoamericana Contra Monocultivos de Árboles (RECOMA), en un informe elaborado este año, informa que “extensas áreas de bosque nativo en Chile y en las regiones de Mata Atlántica y Cerrado en Brasil han sido destruidas por plantaciones de monocultivo de árboles”, con el fin de producir celulosa o aceite de palma. Las consecuencias de esto, afirman, son similares en todos los lugares: la de “mayor riqueza y poder para unas pocas empresas nacionales y extranjeras y mayor pobreza para las comunidades locales”.

En este sentido, Kausel explica que no se puede decir a priori que el monocultivo se va a acentuar con la generación de biocombustible. “Evidentemente se podría generar dos cosas: o se acentúa el monocultivo de pino y eucalipto, o bien se produce cierta variedad, que sería interesante desde el punto de vista energético”, comenta.

Charles Kimber, gerente de Celulosa Arauco, aclara el panorama en una entrevista a un medio de comunicación nacional: “se podría contar con incentivos para crear nuevas masas boscosas que se destinen a biocombustibles, aprovechando terrenos que hoy no están siendo utilizados. Hoy no contamos con masa boscosa para generar suficiente bioetanol de manera de impactar en el mercado”.

Fidel Castro, aún siendo Presidente de Cuba pero instalado en un hospital de la isla, recalcaba en su artículo de crítica a los agrocombustibles que “reducir y además reciclar todos los motores que consumen electricidad y combustible es una necesidad elemental y urgente de toda la humanidad. La tragedia no consiste en reducir esos gastos de energía, sino en la idea de convertir los alimentos en combustible”.

El mítico líder, más allá de los juicios frente a su obra e imagen, se adelantó a la crisis alimentaria difundida tímidamente durante este 2008 por los mass media. En tanto, otros personajes mundiales han advertido sobre los riesgos de sobreincentivar la producción forestal, particularmente la concentrada en algunas cuantas propiedades. No hacer caso omiso a esas voces, no vaya a ser cosa de que, otra vez, por mirar el árbol más cercano olvidemos divisar el bosque. Recuerden que sabe más el diablo por viejo que por diablo.

UNO IGUAL QUE TÚ

1 comentarios:

ConservAcción dijo...

Hola:
Muy bueno tu articulo.
hoy encontre el papelito que me diste con tu blog y lo leí.
creo que esta energía si produce Co2, en el cultivo, procesamiento y traslado de los euca o pinos.
el monocultivo trae consigo, la contaminación y el adelgazamiento de nuestras ríos, la degradación de los suelos, la perdida de la biodiversidad, la fragmentación o eliminación de ecosistemas de alto valor mundial, traslado, DIVISIÓN, o destrucción de comunidades,(que no siempre manejaban sustentablemnte su territorio, pero es su proceso...) a través de la fuerza si es necesario(con medidas de represion de los mismos gobiernos) exlotación de los obreros, no cumplimiento de las MINIMAS leyes ambientales...
para mi aqui podemos leer dos cosas...
1.- el sistema comercializa todo lo que no puede dominar...he aqui la comercializacion de la protección de la natura...
2.- los grupos son los mismos solo cambian los nombres corporativos o las mascaras...estos traspasos se salvaguardan y financian por los gobiernos de supeusta izquierda...
...o sea nuestros impuestos..o sea nuestra educacion..salud..etc..en fin
me gustaria que publicaras la resolución de la CORFO, ahora en septiembre para saber quien se lleva la poca plata que se distina a las enumeradas y poco estudiadas ERNC de nuestro pais..
esperando una nueva publicación
anto
ICRN